Ese tal Kueider y sus “andanzas” a todo nivel han llenado las tapas de los diarios. Un ciudadano común, sin mucho esfuerzo intelectual o físico, saltando de la pobreza a la riqueza en plena juventud. Por supuesto, en absoluta discreción, para no causar envidia. Con la sola ayuda de una mente fría, calculadora y decididamente egoísta, llegó al altísimo cargo de senador nacional y sus consabidos “privilegios”: dinero, prerrogativas, inmunidades, “respeto” al ser el representante de miles -¿o millones?- de argentinos confiados, cometió el craso error de pretender ingresar al Paraguay una fortuna en dólares, sin la debida documentación. ¡Craso error! Eso se llama contrabando! ¡Los paraguayos no son tontos! No. ¿Por qué trató de burlar la ley abusando torpemente de sus funciones? Si fue a propósito, es imperdonable y se merece el despojo de su cargo, que humilla al país que representa. Ahora se encuentra detenido, no en la cárcel, sino en un muy lujoso palacio en Asunción, hasta que aclare su situación. Un militante que prometió entregar toda su “capacidad mental y física” al servicio de su “amado y empobrecido pueblo”. ¿Y la Ficha Limpia? Dios dirá.

Darío Albornoz                  

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